2018(e)ko maiatzaren 9(a), asteazkena

Cuando lo identitario refuerza lo privado- @gj_larruzea-ren blogean irakurri dugu:


No parece que para algunos sectores de la educación en Euskadi la historia escolar de nuestro país haya ido superado etapas, y que en ella, para bien o para mal, se hayan ido tomando decisiones, como las que Público privado se tomaron en el año 1993, sin que ninguna nueva mayoría parlamentaria, reflejo de lo que quiere toda la sociedad, las haya revertido. Viene esto a cuento porque en los actuales tiempos de replanteamiento de la trayectoria educativa de nuestro país, se oyen voces reclamando otro concepto de lo público, que llegaría tras una desanexión de los estados de Francia y España, o que simplemente consideran, como lo hacía el otro día Laura Mintegi en un debate en Euskadi Irratia, la pertinencia de lo privado en la enseñanza para poder mantener a salvo la capacidad vasca de decisión.

A estas alturas no podemos vivir como si nada hubiera pasado, como si todavía fuera posible pensar el modelo de escuela pública vasca a partir de las ikastolas, como si la escuela pública fuera la “escuela transferida”, como si la escuela pública vasca no euskaldunizara, como si su profesorado no fuera tan de aquí como el de cualquier red de la enseñanza concertada, como si sus agentes no hubieran trabajado también por un currículum vasco.

El legítimo deseo de crear una estructura administrativa exclusivamente vasca a partir de un también legítimo sentimiento identitario -tan legítimo como otros- no debería convertirse, en estos tiempos débiles para lo público, en un pensamiento coadyuvador de la iniciativa privada, a la que no quiero negar su derecho, pero a la que sí pido que no aspire a disfrazarse de pública y popular.

Acepto que muchas iniciativas sociales pueden tener algo de popular, y si adquieren carácter cooperativo parece quedar reforzado más aún ese carácter público. Ahora bien, ¿una cooperativa de profesores y profesoras es escuela pública? ¿Una cooperativa como Eroski es una empresa pública? ¿Una iniciativa social sostenida por miles de familias como pueden ser los centros diocesanos o de Kristau Eskola es escuela pública? En fin, ¿una ikastola no publificada es escuela pública?

Hay Ikastolas no publificadas que ni antes ni ahora han pretendido ser públicas. Kristau Eskola aspira a algo que en realidad ya le reconoce la ley, porque así lo quiere actualmente el Estado, como es el hecho de que presta un servicio público, y a partir de ahí a seguir reclamando más financiación. Pero no se le ocurriría pedir ser escuela pública, ni estatal ni no estatal. Tienen claro su terreno de juego. ¿Por qué las “otras” ikastolas quieren ser centros públicos no estatales? ¿Qué significaría esto en la práctica?

No tengo nada en contra de explorar lo que podría llamarse una red pública unificada, pero para ello, además de cambiar algunos paradigmas de funcionamiento de la escuela pública, para hacerla más plural y participativa, más comunitaria si se quiere, sería necesaria la renuncia a la titularidad de las ikastolas, incluyendo en ello la gestión del personal, su contratación y despido. En mi opinión, y creo que la historia me avala, siempre que las ikastolas se acercan al abismo de esta posibilidad, no están dispuestas a dar pasos hacia adelante. Y así podemos seguir en un bucle infinito

Ya sé que la escuela pública es muy mejorable. Nos gustaría que fuera más participativa, más social, menos estatal, superadora de las rigideces funcionariales y que estuviera menos constreñida por marcos centralizadores. Pero es la escuela pública que tenemos y con ella es con la que tenemos que avanzar. Y esa escuela pública no es más, pero tampoco menos vasca que nada ni que nadie. No podemos retrotraernos una y otra vez al punto cero para soñar una escuela pública vasca que solo existe en las utopías de algunas cabezas, pero que no valdría como modelo aceptable para otras cabezas. Además, a la vista de los márgenes de autonomía ya concedidos a la Administración vasca en la gestión educativa, ni siquiera es razonable pensar que una estructura administrativa exclusivamente vasca vaya a ser menos centralista o que vaya a proponernos recetas muy diferentes de la LOMCE.

Una parte de nuestra sociedad vive en una contradicción paralizante y que solo refuerza modelos privatizadores en una materia tan sensible como la educación. No querer asumir la escuela pública porque estamos en un marco administrativo no deseado, nos lleva a la incongruencia de querer lo público, pero apostar por lo privado, y, lo que es peor, decir que en realidad lo privado es público. Lo identitario no debiera ofrecerse como coartada de lo privado.

 

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